miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL ÚLTIMO MILAGRO

Escrito por Rev. Edgar Salas Rizzo.

ESCENA I

Aparece en escena: Lázaro en cama, Marta y María.

María:      (llorando) ¡Se muere¡… Marta, ¡se muere¡… y Jesús no llega.

Marta:     Tranquila María, él llegará… recuerda que Lázaro, nuestro hermano, es su mejor amigo.

María:      Sí, nuestro querido hermano, desde que conoció al Maestro, no ha dejado de servirle, desde que le conoció puso nuestra casa a su orden.

María:      Sabemos que cada vez que viene a Jerusalén, tiene posada aquí en Betania.  Nuestra casa es su lugar preferido. Aunque él nos recomendó que lo mantuviéramos en secreto, no sea que los habitantes de toda Judea por buscarlo a él nos quiten nuestra paz.

María:      Pero al mandarle a decir que venga a ver a Lázaro, toda Judea sabrá que nuestra casa, en Betania, es el último refugio que le queda a Jesús donde puede descansar, sin el tormento de la multitud que quiere seguirlo a todas partes.

Marta:     No María, no fui tan imprudente, al mensajero le dije que no dijera el nombre de Lázaro.

María:      ¿Pero cómo sabrá que es él quien está muriendo?

Marta:     Le encomendé que sólo dijera: “el que amas está enfermo”.

María:      ¡Pero él ama a todo el mundo¡… ¡Qué has hecho Marta¡… es por eso que no ha llegado… son tantos los que él ama… lo confundiste Marta, lo confundiste.

Marta:     No, no creo, estoy segura de que él entenderá.

Lázaro:    Jesús, Jesús… (muere).

María:      ¡Hermano, hermano¡…

Marta:     (Corre hacia la puerta y pregunta) ¿el maestro, ha llegado?, (regresa a la cama y nerviosamente vuelve a la puerta y grita)… ¡Vean el camino…¡ a lo mejor viene en el camino… pronto¡ ¡vayan, vean¡… (regresa a la cama) ¡Él vendrá hermano, él vendrá; tranquilo hermano, él vendrá¡.

María:      Marta, nuestro hermano está muerto, es demasiado tarde… ha muerto…
Marta:     No, él no puede morir todavía.. el maestro lo sanará, él vendrá.. Lázaro es su mejor amigo… él vendrá…

Entra María madre de Jesús y María la madre de Cleofas.

María mJ. ¿Qué sucede?, qué gritos son esos?

María:      Lázaro ha muerto, mi hermano ha muerto.

Marta:     Tú eres la madre de Jesús, tú debes saber si él viene en camino.

María mj:  Jesús aún está todavía al otro lado del Jordán, donde bautizaba Juan antes de ser decapitado.

María mC: Sí, así nos  dijo Cleofas, mi esposo, él está enterado de todo lo que hace el maestro.

Marta:     ¿Todavía está al otro lado del Jordán?... pero hace dos días que le mandamos un mensajero, no llegará nunca a tiempo.

María mC: (mientras hablaba Marta, ella cercioraba la muerte de Lázaro), ¿A tiempo para qué Marta?... Tu hermano ya está muerto.

Marta:     No, no puede morir… Jesús tiene que venir, tiene que venir.

María mJ: ¡Cálmate Marta¡… Recuerda lo que él nos ha enseñado.. la vida aquí en la tierra no es todo, depositemos nuestra esperanza en la resurrección de los muertos.

María:      Pero eso es en el día postrero… al final de los tiempos…

Marta:     Si él estuviera aquí, él no moriría porque todo lo que Jesús le pide al Padre él se lo concede.

María mC: Pero ya murió Marta, lo siento, tendremos que esperar la resurrección el día final para ver a tu hermano vivo de nuevo.

Marta:     (llora y acepta la muerte de su hermano). Si hubieras estado aquí Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano… (llora).

María mJ: Amigas, tenemos que preparar el cadáver para la sepultura… (todas lloran … bajan las luces).

II ESCENA

María mJ: Hoy se cumplen cuatro días de la muerte de Lázaro.

Maria:      Y Jesús no ha llegado.. ¿Será que se olvidó de nosotros?

Marta:     Y si llegara hoy… ¿de qué serviría?... ya nuestro hermano está muerto, ya no hay prisa de que llegue.

María:      ¿O sea que lo atraparon?... ¿lo habrán matado?... ¿habrán matado al maestro?

(Entra la mujer de Cleofas).

María mC: (Entra corriendo)… Jesús, el maestro….

María:      ¿Está aquí?... ¿ya llegó?.

María mC: No, Cleofas me acaba de decir que está Jesús ya llegó a Jerusalén.

Marta:     Pero eso está a dos kilómetros y medio de aquí… no está muy lejos, ¿por qué no llegó directamente a Betania?.

María:      Si, parece que no tiene prisa en llegar… Estoy decepcionada de Jesús.. su amor hacia con  nosotros no era sincero…

María mJ: No digas eso María… recuerda lo que él hizo por ti, aunque no hubiese hecho nada más, eso es  suficiente para creer en su amor.

María mC: Sí, ¿recuerdas con cuanto amor te trató cuando llorabas en la casa de  el fariseo Simón, el que ocultaba su lepra?

María:      Si, lo recuerdo.. no paraba de llorar.. es que eran tantos mi pecados.. Yo no podía alzar mi rostro en esa casa, porque Simón el fariseo sabía de mis pecados, él siempre me estaba condenando constantemente.

Marta:     Sí, lo recuerdo.. no paraba de llorar.. es que eran tantos mis pecados.. Yo no podía alzar mi rostro en esa casa, porque Simón el fariseo sabía de mis pecados, él siempre me estaba condenando constantemente.

Marta:     Si, y recuerda el gran disgusto que hiciste pasar a los discípulos al derramar aquél perfume tan caro, que te regaló uno de tus amantes.

María:      Si, lo recuerdo, recuerdo el disgusto de Simón y los discípulos, pero él aceptó que lo bañara con aquél perfume que llenó toda la casa, el pago de mi último pecado se lo quise ofrecer a él.. y él lo aceptó y me perdonó toda mi vida vieja.

María mJ: No hay pecado suficientemente grande que Jesús no pueda perdonar.. Ese es el amor que debes ver en Jesús.

María:      Tú lo dices porque eres su madre… pero no se apuró a venir en la enfermedad de mi hermano.. Jesús dejó morir a mi hermano que tanto le amaba… (llora).
Marta: ¡Levántate y ve a buscarlo!. A lo menos para informarle que murió Lázaro.

María:      ¡No, yo no iré! DE aquí hasta el Jordán son dos días de camino, si cuando le llegó el mensaje hubiera venido habría llegado a tiempo, ya han pasado cuatro días.. y ahora que está tan cerca y Lázaro muerto.. ¿se apurará?.. No, no saldré a buscarlo. Que se quede en Jerusalén… ¿quién lo necesita?.-

María mC: No digas eso, María recuerda que tú recibías las enseñanzas de él más que tu hermana Marta, tú sabes que sí lo necesitamos.

Marta:     Tienes razón, tú te embelesabas escuchándole cuando él hablaba, mientras me dejabas a mí toda la carga de la cocina y el servirle a la mesa. Él era todo para ti, y ahora no quieres ni verle, no lo necesitas?

María:      ¿Y por qué no vas tú?

Marta:     ¿Yo?... ¡yo no!.. hay muchas cosas que hacer aquí en esta casa, y ahora más que murió nuestro hermano.

María mJ: Recuerdo que Jesús te dijo: “que afanada y turbada estás por muchas cosas”… y todavía sigues estándolo Marta.

Marta:     Tienes razón, yo iré… pero le reclamaré su descuido.. él debió estar aquí antes que Lázaro muriera.. fue un acto de irresponsabilidad hacia su mejor amigo.. Sí, iré y le reclamaré..

María:      De todas formas, si viene yo no quiero verle.

(Sale Marta).

III ESCENA

(Frente al sepulcro. Está María, con las otras dos Marías, entra Marta).

Marta:      (la llamada a parte y le dice: ) María, Jesús quiere verte… (sale María corriendo del escenario).

María mC: ¿Viste a Jesús?, ¿qué te dijo?, me dijo que mi hermano iba a resucitar…
María mJ: ¿Ves?, lo que te dijimos nosotras.

Marta:      Si, pero además me dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que creen en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquél que vive y cree en mí, no morirá eternamente.

María mJ: ¿Será que va a resucitar a Lázaro como resucitó a la hija del principal de la sinagoga?. O como resucitó al hijo único de aquella mujer de Naín?.

María:      No, no creo, porque esos acababan de morir.. en cambio nuestro hermano ya hace cuatro días que murió. Es imposible que lo resucite, ya su espíritu está muy lejos de su cuerpo (entra María).

María:      ¡Mira Jesús ya llegó!.

(Se oye la voz de Jesús fuera del escenario)

Jesús:       ¡Quitad la piedra!.

Marta:     Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.

Jesús:       Marta: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?.

Marta:     Sí, Señor, pero es que en mis afanes del hogar, lo había olvidado.

(Quitan la piedra dos hombres).

Jesús:       Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado… ¡Lázaro, ven fuera!.

(Sale Lázaro)

Jesús:       Desatadle, y dejadle ir.

(Las mujeres desatan  Lázaro y lo abrazan)

FIN

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